viernes, 4 de julio de 2008

Lo cotidiano

Me parece que conviene, como hábito existencial, esforzarse en las pequeñas cosas que los demás no ven. Claro que habrá que esmerarse en muchas otras, pero me interesa precisar aquí el denuedo habitual: ¿cómo labrarse una cotidianidad fructífera?

Laborar calladamente, mejorarse con vistas a dar mejor imagen. No contar los progresos sino haciendo que se noten, haciendo mientras se notan. Pero, ¿cómo se trabaja la personalidad a espaldas de los demás? ¿No es precisamente con ellos como verdaderamente mejoramos?

Lo que yo sé y siento es que mi imagen no varía; sólo adquiere tonalidades de sepia. Y todo lo que no mejora... empeora.

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